10 nov 2013

Gracias Maestro

Una sabia persona solía decirme “Fran, los rituales son necesarios”, es algo que suscribo completamente.

En estos últimos días he pasado (y paso) por un momento complicado de mi vida, un momento que ha hecho que me replantee muchas cosas, de modo que me puse a pensar: ¿Cuál es mi ritual, cuando me encuentro herido?

Escribir, por supuesto, escribir.
No me atrevía a garabatear sobre ello, si bien es algo que sentía como propio y necesario.

No trazo estas líneas para reparar lo que ha ocurrido, sino para afrontar una pérdida.

Porque intentar arreglarlo llegado este punto es inútil, pensar que mis actos no tienen consecuencias es pueril. Hay cosas que una vez rotas no pueden arreglarse.

En el fondo estoy agradecido, porque de todo lo que podría haber perdido he perdido lo menos. Sin embargo, lo menos sigue siendo una enorme pérdida.

Podría calificar nuestra relación de “desigual”  ya que no creo que jamás llegáramos a considerarnos al mismo nivel.

En muchos aspectos él era el maestro. No tuvo problemas en ejercer ese rol de profesor, de consejero, del hermano mayor que nunca tuve, de persona que mira desde fuera sin juzgar.
 
A menudo era algo falto de tacto, de gustos refinados y habilidades más refinadas si cabe. Ejemplo de autosuperación, progreso y resilencia.

El interés que teníamos el uno por el otro se fue agotando por una de las partes. De modo que con el tiempo nuestro trato se deterioró en mayor o menor grado.

Pero tengo que entender que no todo el mundo hará alarde de la paciencia de la que yo uso. Al igual que estar dispuesto a perdonar no significa que se te perdonen tus faltas: la vida es justa pero no ecuánime.

De modo que este texto es una especie de despedida. Ojalá pueda recordarle siempre como una persona que me enseñó tanto y me influyó de forma decisiva. Cada dibujo y cada palabra escrita son un tributo a su persona, de su forma de ser, desde mi forma de ser.

Tal vez algún día encuentre consuelo al pensar que le perdí a él para no tener que perderlo todo. Tal vez esa fuera su última enseñanza.


Gracias, Maestro.

16 oct 2013

Amar y Trabajar

A Sigmund Freud le preguntaron en una ocasión: "¿Doctor, cómo es el prototipo de una persona sana, madura e integrada en la sociedad?" La respuesta por parte del vienés: "Jede Person ist in der Lage zu lieben und zu arbeiten"

Toda persona capaz de amar y trabajar.

La anécdota termina ahí, pero a mí me gusta imaginar que inmediatamente después, Freud se metió las manos en los bolsillos del pantalón y se pasó la lengua por las encías, como diciendo "Ea, ahí queda eso, señor periodista"

Porque la frasecilla tiene miga, tiene tanta miga que después de soltarla, Freud no debería de haber tenido necesidad de escribir nada por un periodo de uno o dos años.

Leyendo "Trabajo dinero y consumo" obra que recomiendo nótese, antes de su publicación. Encontré que el autor hablaba de "Psicópatas Integrados" individuos con tendencia a la acumulación de riqueza  faltos de cualquier tipo de empatía.

Éstos son un ejemplo de personas que pueden trabajar, pero tienen escasas capacidades de amar.

Este principio es tan fundamental que incluso el maestro Erik Erikson basa gran parte de su labor en la psicología (que no es precisamente escasa) en el desarrollo de esos dos conceptos. Amar y trabajar.

De hecho, a lo que llamamos "Generatividad" no es más que eso, la capacidad de amar y trabajar en la vejez, la capacidad de trabajar y amar más allá de uno mismo.

Esto es así hasta el punto en el que en el año 33 en España entraba en vigencia una ley de "Vagos y maleantes" para todo aquel que no pudiera trabajar en general, más tarde se amplió para los homosexuales, los cuales es bien sabido por todos que no solo no pueden trabajar sino que también son incapaces de amar (Nótese el sarcasmo, por amor de dios)

Nuestra sociedad, de manera subconsciente (Que es una palabra que a Freud le encantaba) ha impuesto estos criterios, tanto que las personas que no pueden trabajar (Mayores mayores y ancianos) Van a un asilo. Los que no pueden amar a ningún nivel a los demás (El respeto también es un tipo de afecto) van a la cárcel por sus crímenes  y aquellos a los que les fallan ambas aptitudes tal vez son enviados a centros hospitalarios psiquiátricos. (Nótese el eufemismo de unir en un mismo término "Hospitalario" y "Psiquiátrico" )

No nos engañemos, estas tres instituciones tienen la función de apartar de la sociedad a estos colectivos, ya que nuestro amigo Adolfo H. nos demostró que la eugenesia no está del todo aceptada en las sociedades avanzadas.

A cualquier persona que crea que en cualquiera de estos tres centros hoy por hoy  se produce cualquier proceso reparador, educador, reeducador, reintegrador, lúdico o sanador, le invito amablemente a darse una vuelta de vez en cuando por el mundo real.

Podría decir de paso que continuar apoyando tales instituciones nos hace en cierto modo cómplices de este tipo de actos, pero eso es una historia para otro día.

Disfrutad de vuestras calles, libres de gente que ni ama ni trabaja.

8 oct 2013

Hombre palo

En primer lugar, dedicar estas reflexiones al caballero Sierra, estas palabras fueron escritas a bordo de un “Media distancia”.

Ah, los media distancia. Muy probablemente dominen el mundo, siempre y cuando aquello a dominar no esté demasiado cerca ni demasiado lejos, pues usaríamos Cercanías y AVE, respectivamente.  O a menos que se acabe el carbón con el que se mueven (un servidor se sorprende de la antigüedad de algunos de los modelos que tiene Renfe en activo)

Curiosos los humanos, cosa insólita ellos. A un viaje de 115 kilómetros, cuatro veces lo que este humilde escritor recorrerá a pié durante los próximos veinte años, lo llamamos “Media distancia”

Si tuviera que elegir una banda sonora para los humanos, probablemente elegiría “The cat empire” que es lo que escucho ahora mismo.

Al mirar por la ventana de este media distancia me pregunto. ¿Joder, todo esto lo hicimos nosotros?

El primer sentimiento tras esta pregunta es de asombrosa fascinación, el segundo es de hambre, son las tres en punto.

Me imagino cómo sería esto sin nosotros, algo primigenio, salvaje. El primero de nosotros, ¿Y frente a él? Frente a él el último, sí, el primero y el último. Uno del año 5.001, cuando el cáncer se canse de soportarnos y nosotros no sepamos sobrevivir sin ADN.

Y el otro del “Uh uhm” Antes de Cristo. (No tengo formación en latín ni griego, ergo no traduciré los sonidos cavernícolas)

Uno vestido únicamente con un palo del suelo, la cabeza llena de mentiras, como los espíritus, los monstruos o el más allá.

El otro con un traje ceñido de tejido blanco, porque en el futuro vestir sin hacer el ridículo es ilegal, a juzgar por las películas de ciencia ficción.  Sin embargo, éste también tendría la cabeza llena de mentiras. La democracia, las bebidas de soja, la especulación urbanística, el P.I.B.

El primer impulso de uno sería agredirle, porque golpear algo con un palo hasta matarlo para no tener que esforzarse en entenderlo es algo que como raza nos encanta.

El otro no haría eso, él es diferente y además, no tiene licencia para usar palos o ramas, (Suspendió la parte teórica)  lo que sí lleva es una enorme cantidad de cachivaches, en las muñecas, en los bolsillos, en las orejas (Muy probablemente “The Cat empire” ) Y todos ellos disponen de Wifi.

El “Hombre palo” tal vez sentiría un gran asombro, e inmediatamente después, hambre (Ya tenemos algo en común)

El “Hombre cachivaches” sentiría algo de lástima por ver aquel ser desvalido, probablemente se inclinaría sobre aquel homínido con curiosidad.

¿Por qué lo hace? ¡Porque es un hombre estudioso, en efecto! Nuestro hombre cachivaches tiene formación universitaria en “Ciencias del altruismo”. Porque en el futuro, el altruismo ha sido también absorbido por la ciencia y cuantificado.

De ese modo, el hombre sacaría de su cinturón algún alimento del tipo “Barrita energética” y  empleando para ello 35 Kilo-Gandhi (recordemos que el altruismo está cuantificado)  le entregaría la comida a su primitivo amigo.

El hombre del palo primero desconfiaría, pero más tarde, cuando su sentimiento de asombro se atenuase, recordaría el sentimiento que estaba inmediatamente por debajo. ¡Tenía hambre!

Tal vez consiguieran entenderse, en el fin del mundo seguro que hay aplicaciones móvil para traducir cavernícolas en tiempo real.

El hombre palo le preguntaría “¿Cómo hicisteis para solucionar el problema del hambre?” y el hombre del futuro le contaría de forma amable cómo el gobierno mundial aprobó una nueva ley por la cual se declaraba anticonstitucional pasar hambre.

Viéndose en esa tesitura, los hombres y mujeres de todos los países dejaron de pasar hambre por temor a ir a la cárcel, de esa sencilla forma se consiguió solucionar un problema global sin necesidad de una distribución equitativa de alimentos.

Le contaría también cómo el partido de la oposición protestaría ante la reforma con un argumento tal que “Está bien, habéis acabado con  el hambre en el mundo, pero esa ley es un atentado contra la libertad individual del pueblo, que tiene derecho a pasar hambre cuando ellos consideren”  Pero como el hombre palo ignoraba el significado de “Oposición política” no alcanzó a comprender nada.

El hombre palo y el hombre cachivaches podrían conversar durante semanas, en un diálogo que estaría lleno de sentido pero totalmente vacío de lógica. Pero para sorpresa de ambos, el hombre cachivaches aprendería mucho más de lo que jamás hubiera imaginado, simplemente escuchándose a sí mismo.


Porque siendo el último hombre y habiendo nacido con el don de la visión retrospectiva más larga de la humanidad, tal vez sería capaz de entender qué es lo que hicimos mal. 

18 jul 2013

Sorry, Jefferson

Quiero hablar de un hombre al que el mundo echa de menos. Nieto de capitán de barco y descendiente de latifundistas escoceses y británicos.

Un hombre que tenía por Virginia su hogar. Tú, querido Thomas, se te pidió que declarases un manifiesto, un documento que de tan bello roza lo sublime, un canto a la más floreciente libertad.

No me considero capaz de explicar el grandísimo regalo que hiciste a tu pueblo, de modo que lo citaré aquí mismo:



“Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad […] que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios”

- Declaración de independencia de los Estados Unidos. –


Si tuviera que elegir una palabra que definiera este texto, sería “Libertad”. Padre Jefferson redactó el documento que atrapa la esencia más pura de la libertad.

¿Por qué?  Porque era conocedor de las barbaries que se producían en la vieja Europa, era consciente de como los gobiernos crecían hasta convertirse en monstruos desvirtuados.

Él vio a leviatán comerse a sus hijos hasta convertirse en una criatura grotesca  y abotargada,  arrastrándose sobre su panza cuando las patas no le alcanzaban para tocar el suelo.

Padre Jefferson vio todo ello y decidió que lo único que podía hacer su joven nación era aferrarse con ambas manos a la libertad.

¿Un estado que se funde bajo esa premisa no puede ser malo, verdad?

Doscientos años después, el Caballero Julian Assange es perseguido como un criminal por contarle al mundo lo que estados unidos hace cuando las cámaras no lo graban.  Assange está ahora mismo en la embajada de ecuador (Sí, ese pequeño país de sudacas, sí, esa gente a la que todos miramos por encima del hombro cuando vienen a este país a intentar buscar empleo y sobrevivir)

Padre Jefferson, tú defendías la libertad de prensa hasta sus últimas consecuencias y ahora míralos. Ecuador tiene un concepto de “Libertad” mucho más elevado que el gran mal llamado “País de las oportunidades”  
Doscientos años después, al sudeste de cuba, Guantánamo bay, trescientas personas viven un infierno. Porque el señor Barak Obama prometió que iba a cerrarla.  Hablemos claro, Obama puede ser muy negro o muy demócrata, pero sigue siendo un político deshonesto.

El 1 de Mayo de 2011, Osama bin Laden fue asesinado en su hogar gracias a la información de un  preso de Guantánamo.  Cuando Barack Obama subió al estrado a pronunciarse al respecto, lo único que se le ocurrió decir fue “Se ha hecho justicia”

Desde mi humilde opinión: Eso no era lo que tenías que haber dicho, imbécil.

¿Qué sabrá de justicia una persona que prometió cerrar Guantánamo?  Estás en tu segundo mandato querido Barack. ES-PA-BI-LA.

¿Qué sabrá de justicia una persona que es presidente de un país que en su obscena cruzada contra el terrorismo ha arrasado Irak y Afganistán?

¿Qué sabrá de justicia una persona que deja en un punto muerto el conflicto de Marruecos, porque sus mezquinos intereses están por encima de un plan de paz?

Hablas de seguridad, de lucha contra el terrorismo y de PAZ. Qué sabrás de paz…

Porque ya van veinte años Barack. Veinte putos años en los que tu pretencioso país lleva retrasando un tratado de paz. ¿Y tú te consideras digno de hablar de paz?  Que te declarasen premio nobel de la paz solo te convierte en uno de los sacos de hipocresía más grandes que hayan nacido allá en tu tierra, Honolulu.
Padre Jefferson, gracias a dios no puedes ver en qué se ha convertido tu país. La muerte siempre tendrá una cara amable contigo.

Porque hablemos claro, no es una guerra contra el terrorismo, es meramente económico. No hay ninguna ideología dentro de un barril Brent.

Yo no necesito invadir otros países, no necesito más dinero.

Padre Jefferson, redactaste uno de los textos más bellos de tu siglo. Un canto a la libertad. Observa ahora, los servicios de inteligencia de EE.UU. lanzan a escondidas el “Proyecto prisma”  ¿Su función?  Vulnerar la privacidad y espiar deliberadamente buscando enemigos del estado en un afán compulsivo de ver sombras donde no las hay.

Lo siento mucho, pero sois los que criticáis al régimen norcoreano diciendo que “viven su día a día como si esperasen el ataque de un enemigo que nunca llega”.  Yo cada vez estoy más seguro de que en realidad Corea es el espejo rojo-comunista y 30 años atrasado en el que se mira estados unidos. (Si, las minúsculas son deliberadas)

Vuestras similitudes aventajan con mucho a vuestras diferencias.

¿Policía del mundo? ¿Policía de internet?  Por encima de mi cadáver.

Padre Jefferson, tu solo pudiste plantar las más bellas semillas para engendrar al más perfecto de los estados, plantaste libertad y unos ideales que te merecen la gloria eterna.

Sin embargo, tus hijos acabaron destilando los frutos de tus árboles, y yacen panza arriba intoxicados por una mezcla de whisky casero e ignorancia sin destilar, a palo seco.

Porque si yo fuera norteamericano sentiría VERGÜENZA cada vez que usara un billete de dos dólares.  Porque estáis prostituyendo los valores más dignos y más bellos que se os entregaron.

Porque no podéis excusaros tras vuestros propios políticos, la podredumbre que emana de vuestra patria es vuestra y solamente vuestra. No hay ningún decreto ley en vuestra constitución en el que se exprese “Este país deberá traicionar siempre que le sea posible los ideales de sus padres fundadores, ser un dechado de hipocresía y actuar de forma repugnante” (En inglés, se sobreentiende)

Si te tuviera delante, te estrecharía la mano y te daría mi más sentido  pésame, me consta lo muchísimo que amaste a tu país.

De corazón.


   
        Sorry, Jefferson.




27 jun 2013

Escribir


Alma, montaña, cigarra, falta, me faltas, vivo, escribo, pero no por ti.

Rabia, garras, atacas, tendones, vivo, escribo, a pesar de ti.

Miedo, luego, rechazo, fracaso, reparos, amargo, escribo, pero no es para ti.

Silencio, chapitel, pentecostés, devoción, fe, escribo, a pesar de que tú no crees en mí.

Terror, disparos, mirar para otro lado, luto, sin explicación, Vivo, escribo, porque hay que escribir.

Rostro, una fédora,  falsa modestia, dedicación, vivo, escribo, porque es parte de mí.

Introspección, pozo, reflejos, cadenas, susurros, Vivo, escribo, por conocerte.

Billetes, Musas, fantasmas, fama, lemas, personas en mi cama, vivo, escribo aunque me tienten.

Reparo, improviso, visito, crítico, cítrico, humorístico, escribo, y por eso vivo.

Goteras, maleza, peseta, Antaño, otoño, ancianos mirando de reojo, escribo para dar testimonio.  

Abrupto, disfruto, redundo, corrupto, invicto.


Porque al fin y al cabo, lo único que cuenta es… 



16 jun 2013

Gente Normal

Como cada día, Gregorio salió a la calle y se dispuso a dar su paseo matinal. La calle estaba húmeda, el viento del norte arrastraba pequeñas gotitas de humedad que se quedaban adheridas a su piel, sobre las lunas de los coches aparcados. Mojando los papeles sucios, que quedaban adheridos a la acera.

Era un día raro pero a Gregorio no le importaba. Sus marcados pectorales relucían con la humedad de aquella fría mañana. Comenzó a caminar por la calle, rumbo a Blasco Ibáñez.

Hace ya tres años que Gregorio se dedicó a meditar sobre el sentido de la vida, sobre el sentido de la sociedad y sobre el sentido de la existencia humana.  Aquella experiencia de pensar por más de quince minutos en algo tan trascendental lo dejó tan trastornado que llegó a la conclusión de que la sociedad, el hombre, la vida y los objetos materiales no tenían “puto sentido”, como solía conjeturar.

De modo que decidió desprenderse de casi todas sus posesiones materiales. Exceptuando su casa, sus muebles, su ordenador, su coche, su residencia en la sierra y sus acciones en una famosa empresa de telefonía.  Desde aquel día acostumbraba a pasearse exento de pretensiones materiales. Al principio optó por hacerlo completamente desnudo en un acto de desprecio al cinismo de toda aquella gente que vestía elegantes pantalones. Pero tras un par de semanas aceptó que su cinismo hacia la gente con pantalones no era tan fuerte como su pasión por el atletismo.  De modo que comenzó a pasear cada mañana completamente desnudo, a excepción de unas carísimas y bien cuidadas zapatillas deportivas, en tono blanco y naranja eléctrico que a su juicio, combinaban a la perfección con su atlético y fibrado cuerpo desnudo y también con su afán reivindicador.

Esta determinación le había comportado algunos problemas con la justicia, vecinas escandalizadas, charlas insulsas con agentes del orden público y el ser vetado de la biblioteca municipal, pero realmente no le importaba. Mientras pudiera mantener su espartana vida de monje sin posesiones y caminar cada mañana.
Mientras caminaba por la amplia avenida se sintió profundamente atraído por la forma de un pasaje que se abría en una de las fachadas. Decididió cruzarlo.  No recordaba haber reparado jamás en aquel lugar, pero la llama de la curiosidad latía frenéticamente en su pecho.

Fue allí donde conoció a don Tomás.

Don Tomás estaba saliendo de una de las porterías cuando ambos se miraron, profundamente extrañados.  El hombre, que debería rondar los 75 años, tenía un porte alto y delgado. Un bigote blanco y bien cuidado adornaba su cara, que al igual que sus manos, estaban manchadas de pintura de varios colores.  Don Tomás había sido pintor de profesión y bohemio de vocación durante toda su vida, aunque los que le conocían afirmaban que en su vida había vendido ningún cuadro, por lo que se encontraban ante un hombre que, incapaz de ganarse la vida, la había perdido a las cartas.

Don Tomás siempre llevó el arte en su corazón y arena en los bolsillos. Su gusto por la moda era exquisito. Tanto era así que siempre llevaba puesta su lujosa chaqueta de traje color mostaza. Aunque aquella chaqueta estaba valorada en más de tres mil euros, él había decidido dotarla de un punto de personalidad, por lo que las mangas estaban cubiertas con grandes manchones de una pintura fosforescente, de un tono verde nuclear.  La camisa que se veía a través de la chaqueta abierta era de una tela fina, teñida con franjas verticales con toda clase de colores extravagantes y chillones. Los pantalones que llevaba puestos en ese momento eran de pijama, de una tela afelpada y a rallas grises y blancas. Un pequeño agujero a la altura de la rodilla derecha y una gran mancha alargada de pintura roja a la altura de la rodilla izquierda. 

Por calzado usaba unas sandalias de playa tan gastadas que la suela se había desprendido en algunas zonas. Revelando unos pies sucios, cubiertos por unos gruesos calcetines de lana que hace tiempo acostumbraban a ser blancos, pero ahora tenían un color indefinible, que oscilaba entre el verde oliva y el marrón canela.

Como pináculo de la elegancia a nivel europeo, don Tomás llevaba puesto siempre una exquisita fédora de color crema con una cinta negra. Regalo de algún antiguo emperador o tal vez de un panadero.  Pero tal era la angustia que don Tomás sentía ante la idea de que aquel exquisito sombrero se manchase de pintura que  lo había tapizado entero, empleando para ello una de esas sábanas de color metalizado o dorado que los agentes de tráfico empleaban para cubrir los cadáveres de los accidentes.

Nadie sabe cómo la obtuvo, pero él mismo afirma que los doctores se la pusieron por encima, un día en el que un rufián casi lo mata de un susto. De modo que su fédora adquiría el aspecto de extraño sombrero marciano arrugado y repiqueteaba con un sonido de papel metálico con cada movimiento que hacía.

Una sonrisa franca se formó en los labios de Don Tomás.

-        Valla, me encanta su vestimenta caballero.
-        Yo también encuentro la suya sumamente encantadora.
-        ¿Puedo conocer su nombre?
-        ¡Oh... por supuesto que puede! – exclamó don Tomás con una amplia sonrisa.
Gregorio correspondió a su vez con una sonrisa.
-        La verdad es que ahora que sé que puedo conocer su nombre me siento mucho mas tranquilo. – comentó Gregorio. - ¿Y por qué viste usted de esa manera tan singular?
-        Porque soy un artista.
-        ¿Los artistas pueden vestir de forma singular?
-        Los artistas se deben al arte y a la belleza, pueden hacer lo que les plazca, porque algunos de ellos son bohemios.
-        Ahá… entiendo. ¿Y usted es bohemio?

Don Tomás se rascó la cabeza, provocando que el papel plateado de su sombrero chasqueara con el movimiento.

-        No, yo no, no tengo dinero, y dígame usted – dijo el anciano, afilando la mirada. - ¿Por qué ese afán por preguntar tanto?
-        Porque siento curiosidad.
-        ¿Curiosidad sobre qué?
-        Sobre usted, hombre, sobre usted.
-        ¿Y eso por qué?
-        No lo sé, me recuerda usted a mi propio padre.
Don Tomás torció la mandíbula en una sonrisa irónica.
-        ¿Le recuerdo a su propio padre? que curioso.
-        Si, aunque nunca le conocí. – confesó Gregorio, encogiéndose de hombros.
-        ¿Y como se explica eso?
-        A la edad de 18 años le estrangulé mientras dormía, con mis propias manos, por eso no pude conocerle.
-        Eso lo explica todo, una persona invierte muchos años en conocer a otra, usted no tuvo oportunidad.
-        Fue realmente triste…
-        En realidad, yo pienso que usted no es más que otra víctima del sistema.

Ambos hombres se miraron con una sonrisa cómplice, sintiendo como extrañamente llegaban a comprenderse el uno al otro.


-        ¿Sabe qué? Es usted una persona muy rara. – sentenció Gregorio. 

28 abr 2013

Hablemos de colores


Este texto bien podría llamarse "otoño"  ya que tiene la misma finalidad que el texto con el mismo nombre, sin embargo, este otoño es tan distinto, tan extraño, tan surrealista, que me veo obligado a enfocarlo de otra manera.

Este texto no tendrá la amarga belleza de su antecesor, no hay moraleja, no hay redención, literalmente, no me hace ni puta gracia.

Volviendo al monólogo interior al que están acostumbrados mis lectores (si, los dos) diré que ahora mismo me encuentro en Villena.  Esta fría y vieja tierra tiene la habilidad atávica de hundirme la moral y hacer que  me sienta decaído a muchos niveles.

Hace frío,  frío físico porque el tiempo se ha vuelto loco y frío espiritual. Aquellos con suficiente confianza como para acercarse y preguntar a estas alturas ya sabrán de lo que estoy hablando. Me siento pesado, cansado, lento, detenido.

Soy consciente de que la vida tiene cursos y desniveles, soy consciente de que lo que un día fue primavera hoy es otoño, soy consciente de que el invierno llega cuando más cálidos nos sentimos. Pero es un ciclo tan manido, tan pesado, que el simple hecho de contemplarlo me llena de una pesadumbre y una frase viene a mi cabeza. "no, otra vez no".

Todo  lo que pude luchar lo he luchado, me entregué en cuerpo y alma a una causa que consideraba noble, pero que a la fin resultó ser algo tan vacío como lo está ahora mi espíritu. Porque podemos ser felices, pero no podemos arrastrar a los demás hacia la felicidad.

Puedo soportar sobre mis hombros el peso del mundo, puedo sufrir todos los pesares sin perder la sonrisa. Pero no puedo cargar con una ausencia.

Una vez mas, Fito y Fitipaldis suena de fondo mientras escribo.  Hay cosas que afortunadamente no cambian por mucho dolor que nos envuelva. Aquello que me sanó antaño espero que pueda sanarme ogaño. Volveré a refugiarme en mi mismo, volveré a llenar de letras las páginas de la autocompasión, volveré a pedir ayuda a antiguos amigos. Me siento afortunado, porque siempre hay panteras a las que se puede recurrir.

Maldigo a la ironía que nos muerde donde más nos duele, maldigo al destino cuando no nos permite elegir, maldigo a todos aquellos hombres y mujeres cuyo razonamiento escapa a la lógica, a las emociones o al puro azar.

Porque no hay más espectros  de los que se agolpan en el espacio entre tus sienes.  de qué sirven unas alas majestuosas, si no tienes la fuerza para siquiera mirar al cielo.  Porque no se puede luchar en la niebla. Son demasiadas cosas las que ignoras, y muchas las que crees a ciegas.

Porque preservar del daño es una mentira todavía más ruin que herir con conocimiento de causa, el que no se arriesga nunca gana. Porque en la pérdida hay una ganancia implícita. Porque el dolor es un axioma de la vida, y huir de él es simplemente morir.

Hubiera sido mucho más fácil de asimilar, si esta ausencia hubiera sido fruto de una meditación, de una reflexión o simplemente de un pensamiento maduro y racional. Pero no, tú lo viste escrito en los posos del té.

la próxima vez que las náyades, las dríades y los gnomos se reúnan en tu puerta. Háblales de mi, háblales de aquello que tuviste y dejaste, háblales de lo mucho que me amaste, tal vez por fortuna ellos te recuerden que yo sigo aquí, esperando. Porque el amor no es como una vela, que se apaga con un soplo ante las dificultades.

No estoy del todo seguro de si realmente siento lo que estoy diciendo, por que ahora mismo me embarga una sensación de rabia como no había conocido. Pero me haré cargo de mis palabras aunque en el futuro me pesen, porque aquel que tiene la fuerza para enfrentar sus errores, para anteponerse al mundo y hacer su voluntad, no necesita ni alas, ni hadas, ni colgarse escombros del cuello.

Rabia, no por el dolor. Rabia por encontrar que esta es una batalla en la que no se puede luchar, yo no puedo luchar por ti, y reitero. No puedo arrastrarte a la felicidad. yo no cerré ninguna puerta, sigo aquí, es lo que toca.

Podemos hablar de colores, si es lo que quieres. Porque tú te afanaste en teñirlo todo de rojo, para recordarte a ti mismo cosas que no se deben olvidar.

Pues bien, yo te recuerdo, que por mucha pintura, tu vida sigue siendo como una película de los hermanos Marx, de un lóbrego y triste tono gris.

21 mar 2013

Yo mismo


Son la 1 de la madrugada, debería estar durmiendo, pero no puedo, tengo cosas que hacer.
Hablando crudamente, ha sido un día de mierda, en toda la amplitud de aspectos en los que puede concebirse un día como tal. Demasiadas cosas no han salido como a mí me hubiera gustado. El mundo no parece darme una tregua.  Puedo soportar cualquier problema de forma estoica, anteponerme, mirar a los ojos a mi destino. Luchar sin esperanza.  Sin embargo, cuando son múltiples los problemas, múltiples las dimensiones, no puedo evitar sentirme agotado.

Soy consciente de que todos los males que me aquejan son minucias y trivialidades propias de una vida como la mía. No todo puede ir perfecto, las expectativas no se cumplen, surgen contratiempos, los planes se tuercen. Puedo entenderlo. Lo que me causa un gran fastidio es que el destino aguarde al acecho para poner todos esos contratiempos a la vez en mi camino.

Puedo dar de bruces contra el polvo todas las veces que sea necesario, pero me causa una profunda sensación de mal humor, no el caerme, sino el hecho de avanzar con lentitud. Sé que lo único que necesito es tiempo, pero tiempo es lo único que no me apetecía invertir en estas cosas.
Pero sin embargo aquí me hallo, escribiendo este texto. Encerrado en mí mismo hasta que sienta que tengo fuerzas suficientes como para levantarme y pedirle un segundo asalto al mundo.

No aspiro a que nadie lea estas líneas, demasiadas veces me he encontrado con textos que no tenían ni una décima parte de las lecturas que yo hubiera esperado. Tampoco espero ni mucho menos que alguien comprenda como me siento. Si algún lector se siente motivado, entristecido o identificado con estas líneas, sepa que fue únicamente fruto del azar, tanto o más, como si el lector en cuestión se siente ofendido.
Ergo no pienso cuidar el estilo de esto. Si bien todavía sobreviven los que opinan que conservo un estilo propio. Me consta la existencia de diversas leyendas sobre personas a las que les agradan mis líneas, pero dado que la ciencia no ha tenido todavía contacto con ellos, no los mencionaré aquí.  
Esto es una herramienta, visceral e introspectiva, y cuando el lector la vea, probablemente ya no tenga sentido.

De modo que enhorabuena, estás leyendo el cascarón vacío de lo que, a las tantas de la madrugada de un jueves, fue un proceso de “reparación”.
Porque no voy a dejar que hagan mella en mí ni el cansancio, ni el sueño ni la rutina. Porque soy Aennor, y he venido aquí a escribir, aunque no se persone nadie para leerme. Porque  pienso seguir recto aunque me salga del camino, no tengo miedo de caminar campo a través. Aunque el sendero más corto sea el menos cómodo, sigue siendo el camino más corto.

Porque a aquellos que empleen sus energías en dañarme les diré que están perdiendo el tiempo de la forma más elegante que hallaron, y aquellos que me dañaron con su pasividad, con su no-acción, se verán arrastrados por mí, incapaces de pararme.  Puedo cargar con cuantos fardos sean necesarios.
No busco ni el reconocimiento de los demás ni la felicidad, buscar algo implica que no se tiene. No pretendo ser invulnerable ni inmortal, porque sin dificultades ni momentos de flaqueza, no habría ni aprendizaje ni triunfo. Aquello que permanece inmutable y libre de cambio está sencillamente muerto.
Sufriré, tendré dificultades y miserias, mis caminos se torcerán, seré traicionado, me fallarán las fuerzas, mis ilusiones quedarán despedazadas, pero sobreviviré.

Sobreviviré y abrazaré esas pérdidas, porque forman parte de mi vida también, y soy consciente de que el dolor, si bien no nos gusta, nos hace un gran bien.  No aspiro a permanecer inmutable como una roca, enfrentándome a las adversidades con arrogancia. En arrogancia y terquería no ha nacido todavía el hombre capaz de ganarme, pero aun así no soy estúpido, y me conozco lo suficiente como para saber que he de adaptarme a todo. Algunos de los cambios que están por venir son aterradores. Mentiría si dijese que no conozco el miedo, pero valiente no es aquel que no siente miedo, sino aquél que siente el miedo más atroz de todos, y es capaz de sobreponerse y seguir en pie.

Cuando me pregunten, espero poder decir que fui valiente.

Porque cuando mis demonios llamen a mi puerta, yo estaré ahí para tenderles un cigarro e invitarles a que se sienten en el diván. Podré sentirme cansado, solo, triste o tremendamente furioso, o incluso no sentir nada. Pero seguiré adelante con lo que yo considere oportuno, porque solo hay una fuerza capaz de detenerme; Yo mismo.