13 jul 2012

Elegía a Sergio


                 Grandes cambios han acontecido últimamente en mi vida, grandes puertas se han abierto ante mí, muchas expectativas, muchos planes de conquista y de victoria, Si puedo, el curso que viene lo empezaré en valencia, primer año de universidad. Se cierra un ciclo, pero este ciclo no acaba de la manera que yo esperaba.
                Hoy, fatídico Viernes 13, me confirmaron la noticia.  Mi primera impresión fue de incredulidad, mientras me calzaba la camisa negra camino de la calle, mi segunda impresión fue de impotencia, al ver a toda aquella gente saliendo de la iglesia de Santiago, y mi tercera impresión, fue de rabia.
Sergio, yo te consideraba un gran ejemplo de superación, pues habías conseguido vencer todos los obstáculos de la vida.  Pero la vida siempre tiene una cara amarga.
Te habías convertido en un avatar de vida y fuerza, imparable y risueño, inextinguible.  Aunque las parcas tuvieran otros planes para ti, tú te empeñaste en que se hiciera tu voluntad, siempre, a ultranza, una lucha contra todos y contra todo.
¿Ha servido de algo tu lucha? Por supuesto, compañero. Tu amor a la vida, tu vitalidad, tu fuerza. Viven ahora en todos aquellos que te conocieron. Pues me consta que mantuviste esa sonrisa que te caracterizaba en los labios hasta tus últimos momentos.  Pues tan fuerte era tu espíritu, que prácticamente hubieras podido vivir emancipado de tu forma física.
Un ejemplo de virtud y de fuerza, un ejemplo de esperanza para todos, tu recuerdo siempre vivirá en nuestra memoria. Desde aquí, quiero darte humildemente las gracias por haberte conocido, y me despido de ti.  Hasta siempre, Sergio. 

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