Grandes cambios han acontecido últimamente en
mi vida, grandes puertas se han abierto ante mí, muchas expectativas, muchos
planes de conquista y de victoria, Si puedo, el curso que viene lo empezaré en
valencia, primer año de universidad. Se cierra un ciclo, pero este ciclo no
acaba de la manera que yo esperaba.
Hoy,
fatídico Viernes 13, me confirmaron la noticia.
Mi primera impresión fue de incredulidad, mientras me calzaba la camisa
negra camino de la calle, mi segunda impresión fue de impotencia, al ver a toda
aquella gente saliendo de la iglesia de Santiago, y mi tercera impresión, fue
de rabia.
Sergio, yo te consideraba un gran ejemplo de superación,
pues habías conseguido vencer todos los obstáculos de la vida. Pero la vida siempre tiene una cara amarga.
Te habías convertido en un avatar de vida y fuerza, imparable
y risueño, inextinguible. Aunque las
parcas tuvieran otros planes para ti, tú te empeñaste en que se hiciera tu
voluntad, siempre, a ultranza, una lucha contra todos y contra todo.
¿Ha servido de algo tu lucha? Por supuesto, compañero. Tu amor
a la vida, tu vitalidad, tu fuerza. Viven ahora en todos aquellos que te
conocieron. Pues me consta que mantuviste esa sonrisa que te caracterizaba en
los labios hasta tus últimos momentos. Pues
tan fuerte era tu espíritu, que prácticamente hubieras podido vivir emancipado
de tu forma física.
Un ejemplo de virtud y de fuerza, un ejemplo de esperanza
para todos, tu recuerdo siempre vivirá en nuestra memoria. Desde aquí, quiero
darte humildemente las gracias por haberte conocido, y me despido de ti. Hasta siempre, Sergio.
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