Son la 1 de la madrugada, debería estar durmiendo, pero no
puedo, tengo cosas que hacer.
Hablando crudamente, ha sido un día de mierda, en toda la
amplitud de aspectos en los que puede concebirse un día como tal. Demasiadas
cosas no han salido como a mí me hubiera gustado. El mundo no parece darme una
tregua. Puedo soportar cualquier
problema de forma estoica, anteponerme, mirar a los ojos a mi destino. Luchar
sin esperanza. Sin embargo, cuando son
múltiples los problemas, múltiples las dimensiones, no puedo evitar sentirme
agotado.
Soy consciente de que todos los males que me aquejan son
minucias y trivialidades propias de una vida como la mía. No todo puede ir
perfecto, las expectativas no se cumplen, surgen contratiempos, los planes se
tuercen. Puedo entenderlo. Lo que me causa un gran fastidio es que el destino
aguarde al acecho para poner todos esos contratiempos a la vez en mi camino.
Puedo dar de bruces contra el polvo todas las veces que sea necesario, pero me causa una profunda sensación de mal humor, no el caerme, sino el hecho de avanzar con lentitud. Sé que lo único que necesito es tiempo, pero tiempo es lo único que no me apetecía invertir en estas cosas.
Pero sin embargo aquí me hallo, escribiendo este texto.
Encerrado en mí mismo hasta que sienta que tengo fuerzas suficientes como para
levantarme y pedirle un segundo asalto al mundo.
No aspiro a que nadie lea estas líneas, demasiadas veces me he encontrado con textos que no tenían ni una décima parte de las lecturas que yo hubiera esperado. Tampoco espero ni mucho menos que alguien comprenda como me siento. Si algún lector se siente motivado, entristecido o identificado con estas líneas, sepa que fue únicamente fruto del azar, tanto o más, como si el lector en cuestión se siente ofendido.
Ergo no pienso cuidar el estilo de esto. Si bien todavía
sobreviven los que opinan que conservo un estilo propio. Me consta la existencia
de diversas leyendas sobre personas a las que les agradan mis líneas, pero dado
que la ciencia no ha tenido todavía contacto con ellos, no los mencionaré aquí.
Esto es una herramienta, visceral e introspectiva, y cuando
el lector la vea, probablemente ya no tenga sentido.
De modo que enhorabuena, estás leyendo el cascarón vacío de lo que, a las tantas de la madrugada de un jueves, fue un proceso de “reparación”.

Porque no voy a dejar que hagan mella en mí ni el cansancio,
ni el sueño ni la rutina. Porque soy Aennor, y he venido aquí a escribir,
aunque no se persone nadie para leerme. Porque
pienso seguir recto aunque me salga del camino, no tengo miedo de
caminar campo a través. Aunque el sendero más corto sea el menos cómodo, sigue
siendo el camino más corto.
Porque a aquellos que empleen sus energías en dañarme les diré que están perdiendo el tiempo de la forma más elegante que hallaron, y aquellos que me dañaron con su pasividad, con su no-acción, se verán arrastrados por mí, incapaces de pararme. Puedo cargar con cuantos fardos sean necesarios.
No busco ni el reconocimiento de los demás ni la felicidad,
buscar algo implica que no se tiene. No pretendo ser invulnerable ni inmortal,
porque sin dificultades ni momentos de flaqueza, no habría ni aprendizaje ni
triunfo. Aquello que permanece inmutable y libre de cambio está sencillamente
muerto.
Sufriré, tendré dificultades y miserias, mis caminos se
torcerán, seré traicionado, me fallarán las fuerzas, mis ilusiones quedarán
despedazadas, pero sobreviviré.
Sobreviviré y abrazaré esas pérdidas, porque forman parte de mi vida también, y soy consciente de que el dolor, si bien no nos gusta, nos hace un gran bien. No aspiro a permanecer inmutable como una roca, enfrentándome a las adversidades con arrogancia. En arrogancia y terquería no ha nacido todavía el hombre capaz de ganarme, pero aun así no soy estúpido, y me conozco lo suficiente como para saber que he de adaptarme a todo. Algunos de los cambios que están por venir son aterradores. Mentiría si dijese que no conozco el miedo, pero valiente no es aquel que no siente miedo, sino aquél que siente el miedo más atroz de todos, y es capaz de sobreponerse y seguir en pie.
Cuando me pregunten, espero poder decir que fui valiente.