Mientras aparto el Libro de “Le Bon” de mi escritorio, me
asalta un pensamiento, la necesidad de añadir una entrada más a mi Blog.
El hecho de que llevara tanto tiempo sin escribir era bueno
para mí y malo para mis lectores. Pues implicaba que no había tensiones ni
malestares que necesitaran ser expresados.
Aun así me veo en la obligación metafísica de narrar, y esta
mañana mientras desayunaba me he planteado. Cuando ha cambiado mi vida en dos
meses…
Donde antes había desánimo ahora hay un innegable impulso
vital, mucho más fuerte que antes. La dieta
me ha hecho perder diez kilos, y ganar otros tantos en fuerza de voluntad. Los ojos de los grandes psicólogos de la
historia están fijos en mí aguardando a que mueva ficha, y Aennor no tiene
intención de defraudarles.
Donde antes tenía un vacío doloroso y afilado, ahora tengo
una pareja tierna y encantadora, con la que siempre estoy dispuesto a reñir y a
debatir, desde la salud de la confianza y el amor mutuo. No espero menos de esa
persona de lo que espero de mí mismo, y espero poder tener todo el significado
que esa persona quiera darme.
Ahora que Cronicas de Filigrana está camino a la imprenta, ahora que las
palabras que tuve van a ser leídas por otros muchos, ahora que por fin completé
tan ardua tarea, mientras escucho los acordes de Fito y Fitipaldis, me
pregunto. ¿Y ahora qué?
Pues a seguir escribiendo, que el camino andado no importa, tan
sólo importa el camino que queda por andar.
5 páginas se yerguen arrogantes, como el principio del primer capítulo
del segundo libro de “Cronicas de Filigrana”.
No tengo en absoluto idea del impacto que tendrá mi
obra, tal vez fracase de forma
estrepitosa y nadie comprenda mis párrafos,
o tal vez sea una agradable sorpresa, pero el resultado de mi trabajo es un regalo
que no tengo intención de abrir antes de tiempo.
Ahora, con una taza de café en la mano, y echando la vista
atrás. Recuerdo aquel amargo texto que
escribí antaño, “Otoño” Lo recuerdo
como una neblina tenue y dolorosa, y no
puedo evitar que en mis labios se forme una sonrisa cómplice.
Ahora estamos en otoño, pero en mi interior, siento que la
primavera me golpea con toda su fuerza.
Tal vez las estaciones son mentira. O tal vez sea culpa mía, ya que en mi alma
las estaciones se suceden de manera distinta.